Tengo una contractura que me impide girar el cuello...y si tuviera que echarle la culpa a algo, sería a los botes de las carreteras namibias. Así que en cuanto entramos en la habitación me tumbo en el suelo a hacer algo de yoga y estiramientos.
Entre eso y el bálsamo de tigre (que roza lo milagroso), consigo sentirme medianamente decente como para ir a tomar un té y unos pasteles al restaurante, y de ahí, a hacer el safari que hemos reservado en Erindi.
Cuando llegamos nos asignan el primer jeep (había ya 3 llenos). Nos sentamos en la fila del medio: detrás de nosotros va una chica de unos 20 años con sus padres, y delante de nosotros la familia alemana con la que compartimos la visita a los bosquimanos esta mañana.
De copiloto han sentado a la abuela alemana, esa que se ayuda para caminar de dos bastones y que seguro que no ha visitado Deadvlei (a no ser que la envolvieran en plástico de burbujas para que no se rompiera).
Sólo queda un sitio libre, a nuestro lado.
De pronto aparece un bosquimano, delgadito y bajito, y se sienta en ese sitio.
Nosotros... no sabemos muy bien qué hacer o si decirle algo. No trae cámara de fotos así que no creemos que venga de turismo... ¿para qué queremos un bosquimano en el safari?
Fue más tarde cuando nos enteramos del acuerdo que tienen con Erindi: los bosquimanos suelen sentarse de copiloto y rastrear huellas y buscar animales. Pero como hoy tenemos otro copiloto (la anciana de los bastones)... pues le han sentado con nosotros, desde donde poco puede hacer.
Atravesamos la verja de salida del hotel, giramos a la izquierda, avanzamos unos 200 metros y nos paramos.
No nos hace falta ir más lejos para ver a una leona y dos leones, a la sombra de un par de árboles.
La verdad que todo lo desesperante y horrible que ha sido el viaje los primeros días, lo estamos cubriendo con creces desde que hemos entrado en el modo "safari".
Seguimos en el coche y durante más de media hora no vemos absolutamente ningún animal. Ni siquiera pájaros.
Por la radio que lleva el conductor no dejamos de oír nombres de animales; suponemos que son los otros tres jeeps, que están teniendo más suerte que nosotros...
Poco a poco va mejorando algo, y nos encontramos con algún antílope, avestruz y cebras (cebras, ¡cuánto tiempo!).
Llegamos a una zona plana, con apenas árboles. Es el área favorita de los guepardos, ya que al no haber obstáculos, pueden alcanzar esas altas velocidades que los hacen tan famosos.
Al igual que Okonjima es la sede de la asociación Africat, hay otra asociación que se dedica a lo mismo, la CCF (Cheetah Conservation Fund), y el área en el que sueltan a sus guepardos en este caso es la reserva de Erindi.
Aquí les tienen localizados mediante collares... cosa con la que realmente, y sin saber mucho sobre el tema, no estoy muy de acuerdo (creo que debe haber otras maneras de tenerlos localizados que no sean tan aparatosas como ese megacollar).
Pero bueno. Todo sea por dar una segunda oportunidad a estos preciosos animales.
Nos reímos un rato con un segundo jeep que llegó mientras nosotros estábamos viendo a los guepardos. En él iba un americano de unos 30 años, muy blanquito, con apariencia de boy scout. El jeep paró cerca de los guepardos, el hombre se levantó de su asiento y mirando a los guepardos soltó un sonoro "OH-MY-GOD, THEY ARE ALIVE!!". Creo que los dos jeeps nos reímos con ese comentario tan espontáneo a la vez que fuera de lugar (pues claro que estaban vivos, ¿qué esperaba?)
Seguimos el recorrido hasta que volvemos a ver ñus. Pfff ñus, además lejos... ¿para qué paramos?.
Pues gracias a que lo hicimos y tiramos de zoom, pudimos ver a ñus... negros!
Los ñus negros (o de cola blanca) fueron casi exterminados en África (único continente donde vivían), debido a la caza y a enfermedades. Pero han conseguido ya aumentar el número de individuos a 3500... así que ¡bien por ellos!
Y, fijate que los ñus azules (los "normales") me parecen feos... pero estos me gustan mucho.
Cuando queda menos de una hora para que acabe nuestro safari, paramos en una explanada, a unos 500 metros de un grupo de jirafas. ¿Por qué no nos acercamos más a verlas?
Ah, la turistada: picnic en la sabana africana.
El conductor saca una mesa de camping, unas patatas, gusanitos, refrescos y, lo que todo el mundo aprovecha hasta la última gota, unas cuantas botellas de alcohol: ginebra, whisky, ron... la gente se toma 2 o 3 copas (al sudafricano que iba detrás de nosotros le faltó exprimir la botella de whisky). Supongo que así verán los animales por partida doble...
Para mi, una actividad totalmente prescindible.
Empleamos más de 30 minutos en esto, hasta el bosquimano (al que dieron una sudadera, una cocacola y una bolsa de patatas -sin comentarios) estaba aburrido.
Así que a la vuelta ya solo pudimos hacer fotos al atardecer desde el jeep, y a un león que estaba ya despertándose... y no le dedicamos ni 2 minutos.
Bueno. Ha sido un buen día, no voy a decir que no.
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Entre eso y el bálsamo de tigre (que roza lo milagroso), consigo sentirme medianamente decente como para ir a tomar un té y unos pasteles al restaurante, y de ahí, a hacer el safari que hemos reservado en Erindi.
Cuando llegamos nos asignan el primer jeep (había ya 3 llenos). Nos sentamos en la fila del medio: detrás de nosotros va una chica de unos 20 años con sus padres, y delante de nosotros la familia alemana con la que compartimos la visita a los bosquimanos esta mañana.
De copiloto han sentado a la abuela alemana, esa que se ayuda para caminar de dos bastones y que seguro que no ha visitado Deadvlei (a no ser que la envolvieran en plástico de burbujas para que no se rompiera).
Sólo queda un sitio libre, a nuestro lado.
De pronto aparece un bosquimano, delgadito y bajito, y se sienta en ese sitio.
Nosotros... no sabemos muy bien qué hacer o si decirle algo. No trae cámara de fotos así que no creemos que venga de turismo... ¿para qué queremos un bosquimano en el safari?
Fue más tarde cuando nos enteramos del acuerdo que tienen con Erindi: los bosquimanos suelen sentarse de copiloto y rastrear huellas y buscar animales. Pero como hoy tenemos otro copiloto (la anciana de los bastones)... pues le han sentado con nosotros, desde donde poco puede hacer.
Atravesamos la verja de salida del hotel, giramos a la izquierda, avanzamos unos 200 metros y nos paramos.
No nos hace falta ir más lejos para ver a una leona y dos leones, a la sombra de un par de árboles.
La verdad que todo lo desesperante y horrible que ha sido el viaje los primeros días, lo estamos cubriendo con creces desde que hemos entrado en el modo "safari".
Seguimos en el coche y durante más de media hora no vemos absolutamente ningún animal. Ni siquiera pájaros.
Por la radio que lleva el conductor no dejamos de oír nombres de animales; suponemos que son los otros tres jeeps, que están teniendo más suerte que nosotros...
Poco a poco va mejorando algo, y nos encontramos con algún antílope, avestruz y cebras (cebras, ¡cuánto tiempo!).
Llegamos a una zona plana, con apenas árboles. Es el área favorita de los guepardos, ya que al no haber obstáculos, pueden alcanzar esas altas velocidades que los hacen tan famosos.
Al igual que Okonjima es la sede de la asociación Africat, hay otra asociación que se dedica a lo mismo, la CCF (Cheetah Conservation Fund), y el área en el que sueltan a sus guepardos en este caso es la reserva de Erindi.
Aquí les tienen localizados mediante collares... cosa con la que realmente, y sin saber mucho sobre el tema, no estoy muy de acuerdo (creo que debe haber otras maneras de tenerlos localizados que no sean tan aparatosas como ese megacollar).
Pero bueno. Todo sea por dar una segunda oportunidad a estos preciosos animales.
Nos reímos un rato con un segundo jeep que llegó mientras nosotros estábamos viendo a los guepardos. En él iba un americano de unos 30 años, muy blanquito, con apariencia de boy scout. El jeep paró cerca de los guepardos, el hombre se levantó de su asiento y mirando a los guepardos soltó un sonoro "OH-MY-GOD, THEY ARE ALIVE!!". Creo que los dos jeeps nos reímos con ese comentario tan espontáneo a la vez que fuera de lugar (pues claro que estaban vivos, ¿qué esperaba?)
Seguimos el recorrido hasta que volvemos a ver ñus. Pfff ñus, además lejos... ¿para qué paramos?.
Pues gracias a que lo hicimos y tiramos de zoom, pudimos ver a ñus... negros!
Los ñus negros (o de cola blanca) fueron casi exterminados en África (único continente donde vivían), debido a la caza y a enfermedades. Pero han conseguido ya aumentar el número de individuos a 3500... así que ¡bien por ellos!
Y, fijate que los ñus azules (los "normales") me parecen feos... pero estos me gustan mucho.
Cuando queda menos de una hora para que acabe nuestro safari, paramos en una explanada, a unos 500 metros de un grupo de jirafas. ¿Por qué no nos acercamos más a verlas?
Ah, la turistada: picnic en la sabana africana.
El conductor saca una mesa de camping, unas patatas, gusanitos, refrescos y, lo que todo el mundo aprovecha hasta la última gota, unas cuantas botellas de alcohol: ginebra, whisky, ron... la gente se toma 2 o 3 copas (al sudafricano que iba detrás de nosotros le faltó exprimir la botella de whisky). Supongo que así verán los animales por partida doble...
Para mi, una actividad totalmente prescindible.
Empleamos más de 30 minutos en esto, hasta el bosquimano (al que dieron una sudadera, una cocacola y una bolsa de patatas -sin comentarios) estaba aburrido.
Así que a la vuelta ya solo pudimos hacer fotos al atardecer desde el jeep, y a un león que estaba ya despertándose... y no le dedicamos ni 2 minutos.
Bueno. Ha sido un buen día, no voy a decir que no.
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2 Comentarios
Lo que me he reído con la asignación de asientos y los animales por partida doble... Gracias por compartir :D
ResponderEliminarJajajaja, a ti por leer y comentar, así da gusto escribir! :)
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