Lunes 11 de Febrero de 2013: Marrakech.
De vuelta al riad para la siesta,
paramos en una tienda a mirar un par de cosas. La tienda del bereber que
siempre nos saluda e invita a pasar a su puesto cada vez que salimos del riad. Y
donde nunca entramos.
No hemos hecho gran cosa hoy. Por
la mañana nos dedicamos a zoquear, me gustaría decir que nos dejamos perder y
respirar el ambiente de zocos, pero realmente seguimos bastante bien el mapa y
un 98% de las calles que tomamos sabíamos cuales eran… Orientándonos con el sol
además, como unas auténticas exploradoras.
Hicimos un par de compras, nada
grande. Atravesamos por unas calles y mercados que no sabíamos cuáles eran
(ese 2% de error), llegando a una de las puertas de la muralla, Bab Doukkala. La
vimos y salimos de la medina (la zona amurallada).
Es una ciudad totalmente diferente
la de fuera de las murallas. Avenidas de 2 o 3 carriles (que los coches no
respetan, por tanto es difícil determinar el número correcto de carriles),
edificios más nuevos, tiendas con marcas occidentales (Lacoste, Zara, Mango, un Mcdonalds…).
Íbamos en busca de una pastelería
que nos habían recomendado, la Patisserie Hilton. Tras recorrer una larga
avenida, resulta que está cerrada. Y por lo que le entendimos a un lugareño al
que preguntamos, no está cerrada por mal horario, sino que el negocio ha quebrado.
Qué mejor que ahogar nuestras
penas en un té a la menta…. Nos sentamos en una terracita a descansar un poco,
aunque yo me voy 10 minutos de expedición buscando otra pastelería que, cuando
localizo, no me gusta.
Cogemos un taxi por 2 euros para
que nos lleve al Jardín Majorelle (que estaba a 1km, cada vez me convenzo más
de que esta ciudad no es tan barata como pretenden publicitar).
Llegamos y la entrada son casi 5
euros. Cosa que no sabíamos. Pero claro, estamos ahí….
...habrá que entrar.
Es un jardín botánico pequeñito
diseñado por un tal Jaques Majorelle hace unos 100 años. Y además luego lo
reformó Yves Saint Laurent y un amigo suyo. Y con publicidad se convierte en una de las atracciones estrella de Marrakech.
Estamos un rato largo, la verdad
es que se está a gusto y es bonito, y tiene plantas muy chulas y colores vivos.
Al salir cogemos un taxi por 4
euros que nos lleva a la plaza de Djema (la principal y grande), para comer en el mismo lugar que los días anteriores, con nuestros amigos los gatos.
Hablamos y hablamos. Se pone a
hacer té. Nos sienta en dos banquetitas. Él se sienta en el suelo. Nos invita a
té. Nos cuenta cosas de su vida y demás. Charlamos, intercambiamos opiniones e
historias.
Casi una hora ahí en la tienda al
final. Al menos compramos algo…
La siesta se ha estropeado, pero
descansamos un rato, y nos preparamos para el hammam. Hemos pensado que no
merece la pena ir al que nos han recomendado por lejanía, y además hemos visto uno
en la entrada de esta calle que parece que está bien. El típico hammam de barrio, sin
mayores lujos.
Y efectivamente, así es. 3
salitas conectadas todas, con algo de vapor, y unos grifos a media altura. En la
entrada te dan un cubo (como los de fregar) y un cazo. A llenar el cubo,
a echarte cazos por encima, a frotarte con el guante de esparto que
compramos el primer dia, y a sudar. Había un par de familias marroquís
(mujeres, que el hammam tiene dos alas diferentes y separadas, para mujeres y
para hombres), y ahí estaban, de limpieza diaria (o semanal).
Una experiencia más.
A la noche hemos ido a por un par
de cosas que nos faltaban por comprar, y de vuelta al riad.
Mañana toca día de maletas y
regreso… bye bye Marrakech.
1 Comentarios
We had a delightful day exploring the vibrant souks of Morocco. While we navigated the bustling streets precisely, allowing ourselves to get lost in the vibrant atmosphere, we couldn't resist the allure of a few impromptu purchases. As we wandered through unknown alleys and markets, unknowingly adding to our adventure, we stumbled upon Bab Doukkala, one of the gates in the wall. Exiting the medina, we were greeted by a strikingly different cityscape: wider avenues, contemporary buildings, and even international brands like Lacoste, Zara, Mango, and McDonald's. It was an intriguing chemical case study of contrasts and cultural fusion.
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