Miércoles,
19 de Agosto de 2015: Por Ninh Binh
Nos
encontramos con el dueño y recepcionista del hotel saliendo del desayuno y nos dice que si empezamos a las 8:30 hará menos
calor.
El primer
lugar al que nos dirigimos es Mua Hang, la cueva de Mua. Debe haber una cueva,
que no vimos, pero el principal reclamo es el mirador que se encuentra en lo
alto de la montaña. 500 escalones.
Pensamos que comparado con los 777 del Monte Popa de Myanmar estos no pueden ser para tanto…. Error! Estos 500 escalones son de piedras y alturas irregulares y al sol.
Pensamos que comparado con los 777 del Monte Popa de Myanmar estos no pueden ser para tanto…. Error! Estos 500 escalones son de piedras y alturas irregulares y al sol.
Tardamos
media hora en llegar arriba, y una vez allí (donde esperábamos que al menos
hubiera algún visionario de buenos negocios vendiendo agua fresca, porque está
claro que se forraba) sólo hay un pequeño resguardo del sol, donde nos
apiñábamos los turistas sentaditos a la sombra a medida que llegamos.
Tuvimos
además la mala fortuna de coincidir con un grupo de jóvenes franceses, unos 15…
que con cuentagotas iban llegándose y encajándose entre nosotros como piezas de
tetris, a la sombra.
Estuvimos un
rato largo. Las vistas son bonitas pero tampoco quitan el hipo.
Después de un rato hacemos unas fotos y bajamos. Parando brevemente dos veces. Bajar es más sencillo que subir...
Al llegar al
parking compramos en el Mua Ecolodge unas botellas de agua. En serio, ni un
triste puesto de bebidas. ¿Dónde están los mercadillos? ¿Y los souvenirs?
Cogemos la
moto, y nos vamos a Thung
Nham, la alternativa sin turistas (nos cruzamos con 3 barcas únicamente) a Tam
Coc.
Llevamos
todo pagado, pero aun así cuando nos acercamos a la barca nos dice una chica
que por favor, que demos propina luego al barquero, porque en el ticket no va
incluida la propina. Le decimos que sí que sí, que a la llegada. Y partimos.
El agua está
más sucia que ayer, pero al menos hay nenúfares. No sé si porque ya no es
novedad, pero no me llamó mucho la atención el paisaje… al menos durante la
ida.
Se pasa
también por tres cuevas: las dos primeras están bien, sigo alucinando con eso de
pasar por debajo de montañitas. Pero la tercera… ay la tercera.
Nos da una
linterna el barquero. Él lleva otra (rema con los pies así que las manos las
usa para llevar el paraguas en el exterior y la linterna en el interior) con la
que nos va señalando diversas formaciones.
Es una cueva
inmensa. Yo no sé si estaríamos dentro quizás 20 minutos. Oscuridad total.
Vemos
incluso murciélagos, muchos, durmiendo plácidamente en el techo.
Al llegar al
final de la cueva, damos la vuelta. El camino de regreso es el mismo que el de
ida, pero en este caso me parece que las vistas son mucho más bonitas.
A 20 metros
del embarcadero el barquero, que no sabe inglés, nos pide la “tip”. Llevábamos
un rato haciendo cálculos: el hombre se ha portado bien. Si suponemos (según
creí entender al hombre del hotel ayer) que las entradas para la barca son
195mil por persona, un 10% son 19500 dongs. Decidimos darle 50.000. Se los
damos y nos giramos, esperando a que siga remando. Y nos llama, me giro y me
señala. Que qué pasa con mi propina. ¿Cómo que mi propina? Ya va en ese dinero! Por señas le digo que me lo devuelva, si se pone bruto (y sin saber inglés) voy a darle los 50.000 en dos tandas de 25.000, para que entienda que la propina es de las dos. Y cuando me ve los billetes me dice que se los dé! Uy uy uy. Me sale la vena del enfado, le devuelvo el billete de 50.000 y le voceo: tip, no ticket! El tio se queda
planchado y ni rechista. Creo que teme que pueda agarrar un remo y golpearle
con él en la cabeza. Rema los pocos metros que quedan y sin más bajamos y nos
vamos.
Habrase visto! Que das una propina y te dicen que es poco!
Nos vamos a
la pagoda de Bich Dong. Para en un garaje (porque no tiene otro nombre) donde
cocinan en un “lugar” bastante poco higiénico. Que si queremos comer allí. Le
decimos que de momento, la pagoda.
Son tres
pagodas en una. Otra vez a subir escaleras, no llegarían a las 100.
Hay que
llevar una linterna para uno de los tramos de escaleras, que discurre por
dentro de una cueva no iluminada.
Al llegar
arriba nos encontramos unas cabras. Bueno, y el templito. A mi me pareció que
no vale para nada.
Regresamos y
los conductores están comiendo. El sitio no me inspira confianza, después de cómo estuve en Hoi An... asi que decidimos ir primero a otra pagoda (cuando acaben de comer) y luego a
comer.
Así que
nuestra siguiente parada es Thai Vi, una pagoda que están reconstruyéndola y
parece casi nueva.
Lo mejor, un
caminito que sale a su derecha, que recorre unos arrozales hasta el río por el
cual pasan todas las barcas de Tam Coc.
Tam Coc parecía una
romería, cantidad de turistas y de barcas…. Creo que aunque parece que
el paisaje es más bonito, hemos hecho bien en no visitarlo.
Al final comimos en un restaurante en Tam Coc pueblo, y de vuelta al hotel.
Hemos subido
a descargar todo el agua que llevaba en la mochila y luego hemos ido a cambiar
al Vietcombank, a 24.300 casi. Muy buen cambio.
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