Ahora en verano (22 de Agosto es hoy) el primer tren rápido a Nara sale a las 9:33 de la mañana, del andén 8.

Para llegar a la estación de Kyoto, cogemos el metro en Karasumaoike. Serían poco más de las 8 y cuarto cuando llegamos a la estación, y al bajar al andén nos sorprendemos de que está lleno de japoneses pero que no se oye un ruido. No hablan, no se miran, no dicen nada. Simplemente se alinean en las marcas del suelo hasta que llega el metro, esperan a que baje gente, y van entrando al vagón y encajándose como anchoas dentro de la lata. Me dicen que son robots y me lo creo.


Es nuestro primer día de JR Pass, así que llegamos pronto para poder centrarnos y no perder el tren. Para entrar a la estación con este pase no hay que usar los tornos, sino que en uno de los extremos de esta linea de entrada hay un puesto con un trabajador al que le enseñas el pase (por el lado de la fecha) y te deja pasar. Si en alguna estación llegáis a los tornos y no veis mostrador, buscad en otra salida (no muy lejos), y lo encontraréis.


Nada más montarme en el tren me convierto en una japonesa más y me quedo profundamente dormida. Creo que dormí 42 de los 44 minutos del trayecto. Estaba sumamente cansada (tampoco dormí ni mucho ni muy bien por la noche, es el jetlag más raro y largo que he tenido nunca.).

Nada más salir de la estación de Nara hay una oficina de turismo en un edificio de una planta. Allí puedes entrar libremente y coger un mapa de la zona para saber por dónde ir.

No tenía mucha información de ese día, y cuando vi el mapa y las distancias me dí cuenta de que no nos daría tiempo a ver todo. Recomendable, creo yo, alquilar una bici (por 1200 yenes alquilaban bicis de las que van con motorcillo).

Nuestra primera parada es la zona del templo Kofuku-ji. Está formada por varios edificios: dos pabellones octogonales (hokuendo y nanendo), dos pagodas de cinco (gojunoto) y tres (sanjunoto) pisos, el pabellón dorado y la casa de baños.

En cuanto pasamos la pagoda de cinco pisos vemos nuestros primeros ciervos.

      

Nara está plagado de ciervos porque se consideran seres divinos y sagrados, enviados de los dioses. Campan a sus anchas por todo el parque, y hay puestos en los que se puede comprar comida para alimentarles. 

Tan civilizados están que cruzan por el paso de peatones
Esta actividad, que a priori puede parecer enternecedora, se puede acabar convirtiendo en una pesadilla en la que 6 o 7 ciervos te rodean mientras muerden tu ropa e intentan robarte la comida (ha quedado de peli de terror, ¿a que sí?. Vale, quizás no es para tanto, pero a más de una persona vimos salir corriendo y gritando porque la perseguían ciervos).

Que no miento, que hay carteles que lo dicen

Caminando y caminando, tras más de media hora desde que salimos de la estación (que sí, que merece la pena la bici), llegamos a la puerta Nandaimon, de 20 metros de alto.


Seguimos por el patio que hay hasta llegar al templo budista Todaiji, en el que pagamos 500 yenes por persona para poder entrar.

En este templo se encuentra un mega-buda de bronce (que casi acaba con las reservas de bronce del país cuando lo construyeron), dentro del edificio conocido como Daibutsuden, que ostenta el título de mayor estructura de madera del mundo (aunque ya hablamos de que la de Higashi Honganji también le iba a la zaga).


Los turistas nos apelotonamos o bien frente al buda, o bien frente a uno de los pilares del edificio, en cuya base hay un agujero del mismo tamaño que uno de los orificios de la nariz del buda. Dicen que si consigues pasar a través de él, llegarás a la iluminación. Yo hice cola para poder intentarlo... y lo consegui!


Tras esto, y aun sabiendo que quedaba mucho por ver en Nara (es para dedicarle el día entero y, repito, en bici), comimos en una pizzería que encontramos por el camino y nos fuimos a la estación de JR a coger un tren que nos llevara a Kyoto, y ahí otro tren (también JR) para llegar a Arashiyama.


Cuando llegamos, el día se había vuelto un poco gris y caminamos todo lo deprisa que pudimos hasta el templo Tenryuji. La entrada a los jardines son 500 yenes, y al jardín más templo 600 yenes.


Nosotros fuimos directamente al bosque de bambús y nos volvimos, porque aún teníamos que llegar al apartamento y hacer la maleta, que hoy ha sido nuestro último día en Kyoto.


Nos marcharemos de Kyoto con la sensación de haber necesitado un día y medio más para ver algún otro templo de Kyoto, para haber dedicado el día de hoy entero a Nara y para haber pasado casi otro día entero por la zona de Arashiyama.

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