Lunes 3 de Julio de 2017.

Ayer día 2 de Julio a las 17 cogíamos un avión rumbo a Doha. Supongo que por el tema del bloqueo a Qatar, el avión era de LATAM. Estaba bien pero no me pareció del nivel de Qatar Airways… eso sí, con reposapiés gana muchos puntos.


No tenía nada de nada de sueño… así que estuve viendo una película, en español, interrumpida por la comida: pollo tikka masala, ternera con salsa de cebolla o pasta. Buena comida.





Tras acabar la película, ver alguna otra cosa más y escuchar algo de música, conseguí dormir un poco.

Aeropuerto de Doha 


En Doha siguen con el sistema de autobuses para salir del avión, aunque al menos ya no tardan media hora en llegar a la terminal.

La nueva terminal. Recogidita, bien diseñada, con el gran oso dorado en medio.



Casi no tenemos tiempo de investigar porque nuestra escala es corta.

Esta vez ni espero a despegar para quedarme dormida. Tengo que aprovechar esas 5 horas y media de Doha a Colombo para descansar.


Aeropuerto de Colombo

Ya en Colombo travesamos un duty free lleno de pequeñas tiendas de grandes electrodomésticos hasta las cintas de recogida de equipaje.

No sé si por las turbulencias, pero no nos han dado de desayunar en el avión. 

No tenemos prisa de ningún tipo, así que cambiamos dinero en uno de los 4 puestos diferentes que hay (elegimos el del banco de Sri Lanka, aunque los cuatro ofrecen similar cambio: 1 euro = 169'91 rupias), vamos a la única cafetería donde sólo sirven té y algún bollo

Compramos también una tarjeta sim, de Dialog, 1300 rupias con 100 minutos de llamadas locales, 4gb de internet de 8 a 24 y 5gb de 24 a 8. Cosas raras.

Me apetecía salir a regatear un taxi, pero al final nos acercamos a preguntar al stand de dentro del aeropuerto y nos decía que 1650 rupias. Yo llevaba apuntadas 1500 de referencia… aceptamos.


Primera situación surrealista: taxis que no saben dónde ir.


Seguimos a un hombre hasta los taxis, suponiendo que sería el taxista, pero no. Nos deja en manos de otro hombre y nos pide propina. Que no dimos. Nos montamos en a furgoneta y al poco el conductor pregunta por el nombre del hotel. No tiene ni idea de dónde es, y por más explicaciones sobre el mapa que le damos mientras conduce, no nos entiende. Así que nos da el móvil y pide que llamemos al hotel, para que él pregunte dónde hay que ir. Muy surrealista todo. Vamos, Asia.


Segunda situación surrealista: el cambio en la agencia.

El hotel está muy chulo y nada más llegar nos piden que paguemos. Pero no tenemos ya más dinero así que preguntamos por otro lugar para cambiar: sí, al salir de este callejón, a la derecha, camináis un poco y “lo” veréis. Más surrealismo asiático, no encontrábamos nada así que entramos en una agencia de viajes a preguntar. Y nos dice que si queremos él nos cambia dinero. Llama a un amigo suyo para preguntar el cambio y lo hace. Genial.


Calles de Negombo

Hotel: Panorama Negombo

Pagamos, nos acompañan a la habitación, para cuatro personas, enorme y con vistas a la piscina. Nos cambiamos y nos vamos a buscar un sitio de comer. 

 

Por internet vimos uno que se llamaba Sea View y allá que fuimos, pensando en las vistas al mar que seguro que tenía… y no era para nada así. Pero por 1925 rupias (11 euros, propina incluida) hemos comido dos platos imposibles de terminar, un agua y un refresco. No está mal.



Tercera situación surrealista: regateamos el cambio de euro a rupia

Ah, antes de entrar a comer, decidimos cambiar algo más de dinero, buscando un sitio donde nos dieran un cambio superior a 170 rupias. Entramos en una joyería y nos dice que él no, pero que su amigo el de la óptica, 3 tiendas más adelante en la acera opuesta, sí cambia. De nuevo surrealismo, porque además cuando me dice que 170 rupias le digo que es poco y me ofrece 171. Ahí donde lo véis.

Después de una siesta obligada (esperando a que no hiciera tanto calor) salimos a "explorar Negombo". Vamos, ver qué hay carretera arriba.


Cuarta situación surrealista: la prueba del sari.

Tengo antojo de un sari, que el año pasado no lo compré en India. Pregunto a la recepcionista y casualmente (o surrealistamente) tiene una tienda o algo así de saris. Que me puede traer alguno para ver si me gusta.

De momento, nos vamos de paseo, para acabar en la playa. Una playa sucia, con poca gente, con mucho oleaje.



A nuestro regreso nos cruzamos de nuevo con la recepcionista-vendedora-de-saris y quedamos en que los traiga.

Nos damos un baño en la piscina y a las siete nos traen los saris, que vimos sentados en una tumbona del jardín. Lo dicho, muy surrealista.

Estamos destrozados de cansancio, aunque no hayamos hecho mucho. Mañana comienza el tour grande por Sri Lanka... que ya puedo predecir que sigue siendo bastante surrealista (y que me está gustando más de lo que esperaba).


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