Menuda noche
he pasado, entre toses y mocos. Creo que estoy oficialmente acatarrada (nivel 7
sobre 10).
¿Qué
pensabais, que todo estaba yendo ya como la seda?
Con tal catarro, son
las 9 cuando salimos del hotel, dirección a Rishengchang.
Banco Rishengchang
Construido
durante la dinastía Quing, en 1823, fue el primer banco de todo China. Empezó
en este local, bastante modesto, y fue creciendo y extendiéndose por todo el
país.
Está
curioso, aunque lo que más me gusta es el estilo arquitectónico de estas casas:
patios interiores alrededor de los cuales se articulan las diversas estancias
de la casa.
En verano son bastante fresquitos… aunque en invierno no sé cómo lo harán, porque tiene pinta de que se pasa frío.
En verano son bastante fresquitos… aunque en invierno no sé cómo lo harán, porque tiene pinta de que se pasa frío.
Como ahora ya tenemos mapa, decidimos que la siguiente parada será un templo señalizado con una estrella muy grande, así que suponemos que será importante.
Por cierto que este es el mapa que viene en la parte posterior de la entrada.
Y
simplemente lo suponemos, porque cuando llegamos nos tenemos que conformar con
una foto al exterior: está cerrado.
Edificio del antiguo gobierno
Siguiente
parada, otra estrella grande: el edificio del antiguo gobierno.
En este hay
más gente si cabe que en el banco (y caben, creedme que siempre caben). El
edificio se compone de un montón de estancias, jardines, patios, una cárcel, más
estancias, un par de torres…
Es muy grande, y a pesar de la gente, me gusta bastante.
Por cierto que el turismo local que hay en China es increíble. Occidentales creo que hemos visto a cuatro o cinco. El resto de turistas son todos chinos.
Murallas de Pingyao
Seguimos a
la multitud hasta las murallas de la ciudad. En la puerta sur hay un puesto de
acceso por el que se puede subir hasta la torre que allí se encuentra, y pasear
por las murallas.
Es el lugar que menos tiene para ver... pero aun así interesante.
Es el lugar que menos tiene para ver... pero aun así interesante.
No paseamos
mucho porque hace calor y tenemos que ir a ver el templo de Confucio.
Templo de Confucio
Este templo
data del siglo VII, aunque se ha destruido parcialmente en varias ocasiones,
siendo remodelado en el siglo XII. Hacia el siglo XIX decidieron reutilizar el
templo como colegio, que posteriormete ampliaron para pasar a ser un instituto.
Pero con el
paso de los años, ha vuelto a ser un templo: el más antiguo de todo China de
los dedicados a Confucio.
Damos también un paseo, atravesando patios y edificios, y proseguimos las visitas.
Damos también un paseo, atravesando patios y edificios, y proseguimos las visitas.
El templo del Dios de la Ciudad (City God)
El templo
del Dios de la Ciudad es más de lo mismo.
Ya me han dejado de hacer gracia los tejados chinos, los patios, los grises ladrillos.
Y cuando esto pasa, nada mejor que ir a comer. Dudábamos entre el Sakura Café y el Petit Resto. Elegimos el segundo, y, ya estamos de nuevo.
La aventura de comunicarse.
Siempre he
pensado que, si pudiera pedir un superpoder, sería el de poder hablar todos los
idiomas del mundo. Me facilitaría mucho la vida, aunque reconozco que viajar perdería
algo de gracia.
En la puerta del restaurante me saludan con un “welcome, come inside, sit here”. Que son las únicas 5 palabras que saben de inglés. Ni menú, ni not spicy, ni water, ni nada de nada. Por gestos, con el traductor mío (que sólo traduce de inglés a chino, porque no tengo su teclado), con imágenes… al final pedimos una ensalada de fruta con ¿mayonesa dulce? por encima, y unas gyozas fritas que tienen más pan que carne. 78 yuanes dos personas.
No sé si a
todo esto recordáis que nosotros habíamos contratado con una guía china, Nancy,
la visita a Datong (que no hicimos por cancelación de vuelo) y la compra de
unos billetes de tren. El plan era que nos diera los billetes en Datong, pero
siendo esto imposible, nos los envió por correo ordinario al hotel de Beijing.
Hasta ahí
bien. Pero… ¿a quién pagamos nosotros los billetes?
Pues a
William, un amigo guía (que rondará los 50-55 años) que vive en Pingyao y a
quien se puede contratar para diferentes excursiones.
Vino al
hotel, le pagamos, charlamos un poco, y se fue. Serían sobre las 15:30 y yo
sigo mala y afónica. Nada mejor que una reparadora siesta.
Templo de Qingxu
Me voy a dar
un paseo hasta el templo de Quin Xu, el único templo taoísta de la
ciudad, del 1300.
A medida que te alejas de la zona comercial, los edificios están más destruidos y descuidados.
A medida que te alejas de la zona comercial, los edificios están más destruidos y descuidados.
El templo, bueno, está bien. A la vuelta paro en otro banco antiguo que no está mal, Pero lo que digo: todos iguales.
Después salimos a dar un paseo por las tiendas, donde compramos unas láminas d papel chino, yo por 110 yuanes.
Hacemos algunas fotos y volvemos al hotel, donde empleo más de 30 minutos en secarme el pelo, y mira que lo tengo corto. Hotel, si por casualidad leen esto: cambien sus toallas y su secador.
Me duele todo, así que me voy a dormir. Mañana nos vamos a Guiyang.
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