Jueves 24 de
Agosto de 2017
Hoy es día
de traslados.
No salimos
del hotel más que yo para hacer un par de fotos y comprar agua en el
supermercado.
A las 11
hacemos el checkout, y el hombre del hotel (porque la mujer que habla inglés no
está) nos acompaña a la carretera, donde está el coche que por 60 yuanes (por
persona) nos va a llevar a la estación de tren de Huaihua.
La otra opción era coger un taxi a la estación de autobuses y allí coger un bus por 50 yuanes que nos llevara hasta Huaihua… pero nos parece mucho lío, y si hemos venido cómodas en nuestro coche nosotras solas… pues igual para la vuelta, aunque sea un poco más caro.
La otra opción era coger un taxi a la estación de autobuses y allí coger un bus por 50 yuanes que nos llevara hasta Huaihua… pero nos parece mucho lío, y si hemos venido cómodas en nuestro coche nosotras solas… pues igual para la vuelta, aunque sea un poco más caro.
Pero no encontramos un coche sino una minivan. En el maletero, 10 maletas. Mi compi se asoma al portón de
entrada y me confirma que aquello está “petao” de chinos. Yo me quedo fuera
observando el tetris de re-montaje de maletas, ya que tienen que hacer hueco
para las nuestras. De lo más interesante.
En la furgoneta sólo hay 3 asientos vacíos. Realmente 4, pero descartamos uno porque hay una banqueta de plástico y dos reposacabezas.
Nos acomodamos un poco como podemos y me dispongo a comenzar el viaje de una hora larga que nos queda hasta la estación… cuando tras 10 minutos, y sin haber salido aún de la ciudad, la van se para, y entran dos chinos más cuyas maletas quedan en el pasillo. Ya somos 15 en una furgoneta. Ni en Tailandia hemos ido tan a presión.
En la furgoneta sólo hay 3 asientos vacíos. Realmente 4, pero descartamos uno porque hay una banqueta de plástico y dos reposacabezas.
Nos acomodamos un poco como podemos y me dispongo a comenzar el viaje de una hora larga que nos queda hasta la estación… cuando tras 10 minutos, y sin haber salido aún de la ciudad, la van se para, y entran dos chinos más cuyas maletas quedan en el pasillo. Ya somos 15 en una furgoneta. Ni en Tailandia hemos ido tan a presión.
Estoy
empezando a dormirme en cualquier viaje, así que tras parar a echar gasolina (a
5’86 yuanes el litro, no llega ni al euro) y una cabezada, llegamos a Huaihua.
Lo mejor, cuando antes de llegar la china de delante empieza a hablarme en chino
para explicare que la pague. No lo creáis si no queréis, pero entiendo chino
ya.
Seguimos los
carteles de “romantic train” (a saberse qué han querido traducir)
y nos sentamos en la sala de espera, a esperar nuestro tren.
Tras esto
nos espera 5 horas y media de camino. En el tren… hay más niños que adultos. Pero
de verdad. No sé si os he contado que los niños que midan menos de ¿1’20 m?
viajan gratis, así que, siendo vacaciones, casi todas las familias viajan en
tren.
Y aquello es
una aventura. Ya nada más subir, me dirijo con las maletas a la zona de
maletero, para dejarlas. Pero no hay hueco, porque en su lugar hay dos sacos de
rafia con maderas dentro. Las mismas maderas que se cortan a hachazos para
echar al fuego. Resulta que son de una abuelita china con una expresión militar
que habla a voces y trae firmes a sus 5 nietos (que son unas lagartijas que no
paran quietas).
Por suerte con nosotras viaja una madre con su hija, muy calladas, muy educadas, y con quienes nos dedicamos a intercambiar fruta por figuritas de papiroflexia.
Todo lo
contrario a los niños que llevamos delante… en una cierta estación nos indican
que tenemos que levantarnos y girar todos los asientos, teniendo ahora por
suelo el que tenían los niños de detrás: guarrísimo, con agua, zumo, papeles,
pipas… lo limpiamos como podemos tirando clínex al suelo (tanto nosotras como
la madre maja) y esperando a que llegue la mujer con la fregona (en todos los
trenes hay una mujer que pasa con la fregona de vez en cuando) a limpiar un
poco.
En fin, que
esas 5 horas y media dan para mucho, pero, finalmente, llegamos a Huangshan.
En Huangshan
bajamos del tren y nos adentramos en una oscuridad profunda siguiendo los
carteles de taxi, quienes esperan en fila con todas las luces apagadas. 40
yuanes nos cuesta llegar al hotel, aunque se confunde y nos deja en otro… pero el nuestro está a 3 minutos andando, 5 si además tenemos que tirar
de las maletas por una calle peatonal llena de gente y con adoquines
irregulares.
Nuestro hostel se encuentra en una tienda de té. Al fondo. Si no hubiera ido bajo aviso, no lo habría encontrado.
La recepcionista es un encanto con un inglés muy aceptable. Nos encuentra un coche para mañana por 350 yuanes (aún alucino con lo que nos pedían en Kaili!) para visitar Xidi y Hongcun.
Nos acercamos a sacar dinero de un cajero y a comprar algo de cena y suananai (o sea, yogur. ¿Veis? Sé chino).
Datos prácticos
Old Street International Youth Hostel
Nos costaron 3 noches 618 yuanes. La habitación estaba en la planta superior (la quinta) y era enorme. Aire acondicionado genial y muy regulable. Bar-restaurante en la planta segunda que no probamos (cerraba a las 13 o 13:30, imposible de pillar para comer).
Un (para mi) gran pero de la habitación: el baño no tiene puerta. Es decir, que desde el inodoro se puede ver la cama, la ventana y casi la habitación entera.
Eso sí, muy limpio y con una localización inmejorable, en plena calle peatonal de Tunxi.
Nuestro hostel se encuentra en una tienda de té. Al fondo. Si no hubiera ido bajo aviso, no lo habría encontrado.
La recepcionista es un encanto con un inglés muy aceptable. Nos encuentra un coche para mañana por 350 yuanes (aún alucino con lo que nos pedían en Kaili!) para visitar Xidi y Hongcun.
Nos acercamos a sacar dinero de un cajero y a comprar algo de cena y suananai (o sea, yogur. ¿Veis? Sé chino).
Datos prácticos
Old Street International Youth Hostel
Nos costaron 3 noches 618 yuanes. La habitación estaba en la planta superior (la quinta) y era enorme. Aire acondicionado genial y muy regulable. Bar-restaurante en la planta segunda que no probamos (cerraba a las 13 o 13:30, imposible de pillar para comer).
Un (para mi) gran pero de la habitación: el baño no tiene puerta. Es decir, que desde el inodoro se puede ver la cama, la ventana y casi la habitación entera.
Eso sí, muy limpio y con una localización inmejorable, en plena calle peatonal de Tunxi.
2 Comentarios
Espero esta etapa con interés, supongo que visitaríais la famosa "montaña amarilla", fue una de las zonas que más nos gustó de China, pero a ver que tal os fue...
ResponderEliminarPues.... no voy a spoilear, pero ya verás, ya ;)
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