Volvemos ya de Cape Cross (es decir, desandamos unos 50 km) y decidimos parar en alguno de los puestos de venta de piedras cristalizadas que hay a la orilla de la carretera. Piedras de colores rosas y blancos.
No hay vendedores: solo una tabla y un bote, para que cada uno meta lo que crea conveniente.
Elegimos tres piedras, que nos hemos traído de recuerdo y dejamos algo de dinero.
En dos horas y medias nos paramos en Uis a rellenar el depósito (415 $N, siempre coincide la misma cantidad).
Las gasolineras son el punto de reunión de la mitad de los lugareños, así que preferimos meternos con la caravana en el pueblo, en alguna de las calles residenciales, donde poder parar a la sombra de algún árbol a hacernos el bocadillo.
La caravana vuelve a estar llenísima de polvo, pero diría que me he acostumbrado a ello.
Comemos y continuamos nuestro camino.
En la C35, a poco de pasar Uis, hay un puesto de artesanía "regentado" por una tribu himba.
Los himba son una etnia que vive sobretodo en la región de Kunene, al norte de Namibia.
Lo que más llama su atención son los peinados que llevan las mujeres, y el cuerpo teñido de rojo por una mezcla de manteca y barro que reparten por todo el cuerpo.
Aquí no puedo quejarme, iba avisada de que en este puesto, los himbas están a sacar dinero al turista de manera sangrante.
Nada más bajar del coche, se me echan encima intentando ponerme pulseras, collares y de todo. Cruzo los brazos a mi espalda para evitar que me los llenen de pulseras que luego tendré que pagar.
Paro en uno de los puestos más tranquilos a preguntar el precio de una de las pulseras. Me piden 200 $N pero la consigo por 50$N. Quiero hacerles fotos, y me parece justo comprar algo a cambio de ellas.
Error de principiante no haber preguntado primero por las fotos.
Compro la pulsera y cuando pido hacer fotos me dicen que una. Que pague 100$N más si quiero más fotos. Discuto un poco y al final acceden a más de una foto. De hecho se van animando ellos solos y poniendo delante de la cámara.
Mientras hago fotos, varios de los niños pequeños que hay por allí se ponen a llorar desconsoladamente mientras llaman a su madre. "Mamáaaa, mamáaaa!".
Me giro y acerco a mi compi, que me indica que acaba de llegar un coche y está metiendo a mujeres himba dentro.
Todo es confuso. El resto de mujeres siguen detrás de sus puestos. Una me pide algo de comida. Me parece bien y me acerco al coche a por unas galletas (María Fontaneda) que tengo en la mochila.
Hago más fotos, incluso alguna disimuladamente al coche que se lleva a varias mujeres.
Para a nuestro lado otro coche de turistas.
Todo esto me parece muy raro, me suena a explotación. Estos himbas no tenían que estar aquí sino 500km más al norte.
Me pongo un poco triste al saber que inconscientemente acabo de colaborar en un circo de humanos. Lo malo del turismo y la globalización, enfrente de mis narices.
No hemos estado ni 10 minutos, pero nos marchamos intentando digerir lo que acaba de pasar.
Esta vez son 90 km (hora y cuarto) lo que nos separa de Madisa Camp, nuestro camping en Twyfelfontein, a una hora de las visitas de Twyfelfontein. Si son las 15 y cierran a las 17... ¿creéis que llegaremos a tiempo de ver algo?
Obviamente no, y lo sabemos.
Así que decidimos hacer así de gratis 40 minutos (20 de ida y 20 de vuelta) hasta las oficinas de donde salen los tours para ver a la White Lady, una de las pinturas rupestres más famosas de Namibia.
Llegamos a las 15:45 y en el parking nos indican que cierran a las 16. Pero que ya han cerrado. No es eso lo que nos disuade de nuestro intento de verlo, sino que se tardan 3 horas en ir y volver.
Así que ponemos rumbo a Madisa Camp, un camping que merece un apartado para él solo.
Allí, un joven rubio que luego nos enteramos que duerme en la tienda de campaña que está montada al lado, nos atiende y nos indica que nuestro campamento es el número 5, y que hay luz de siete a diez.
Volvemos a la caravana y seguimos el mapa (al que gracias a dios he hecho una foto) hasta nuestro campsite. Que cuando llegamos... ¡está rodeado de vacas!
Muy rural, quizás demasiado.
Aparcamos la caravana y hoy sí, ya que hemos llegado con tiempo al camping, vamos a cenar de barbacoa. Barbacoa que no tiene parrilla....
Volvemos a montar en el coche, para ir a recepción a pedir una (demasiado lejos para ir tan cargados), y nos deja una que posiblemente tenga más años que los petroglifos que veremos mañana.
Se ha ido el sol y no hace para ducharse. Sí, tenemos ducha y baño propios... construidos en lo alto de un árbol. Que no miento, no, mirad la foto.
Ponemos a cargar la caravana y la cámara de fotos. Pero no funciona. No puede ser... ¿qué ocurrirá?
Nos damos un paseo, ahora sí, andando, hasta recepción a preguntar.
Allí me saludan un par de perros enormes, mastines de color canela. Mi mala suerte con los perros no tiene límite... pero podían haber sido monos, así que no me quejaré, visto lo visto.
En recepción nos dicen que es que hasta las siete no hay luz.
"Claro, son las 5:30 PM". "Ah! -nos dice el rubito- Es que la luz es de 7 PM a 10 PM!!".
¿Tres horas? En tres horas no cargamos ni la cámara de fotos ni la caravana... en fin.
Al menos nos vamos a hacer la barbacoa... que queda bien rica.
Madisa fue el único lugar de toda Namibia que estaba lleno de mosquitos. El lugar más interior y más árido... pues allí estaban todos.
En fin.
Al menos hoy dormiremos mucho, porque sin luz, poco podemos hacer.
No hay vendedores: solo una tabla y un bote, para que cada uno meta lo que crea conveniente.
Elegimos tres piedras, que nos hemos traído de recuerdo y dejamos algo de dinero.
En dos horas y medias nos paramos en Uis a rellenar el depósito (415 $N, siempre coincide la misma cantidad).
Las gasolineras son el punto de reunión de la mitad de los lugareños, así que preferimos meternos con la caravana en el pueblo, en alguna de las calles residenciales, donde poder parar a la sombra de algún árbol a hacernos el bocadillo.
La caravana vuelve a estar llenísima de polvo, pero diría que me he acostumbrado a ello.
Comemos y continuamos nuestro camino.
Tribu Himba
En la C35, a poco de pasar Uis, hay un puesto de artesanía "regentado" por una tribu himba.
Los himba son una etnia que vive sobretodo en la región de Kunene, al norte de Namibia.
Lo que más llama su atención son los peinados que llevan las mujeres, y el cuerpo teñido de rojo por una mezcla de manteca y barro que reparten por todo el cuerpo.
Aquí no puedo quejarme, iba avisada de que en este puesto, los himbas están a sacar dinero al turista de manera sangrante.
Nada más bajar del coche, se me echan encima intentando ponerme pulseras, collares y de todo. Cruzo los brazos a mi espalda para evitar que me los llenen de pulseras que luego tendré que pagar.
Paro en uno de los puestos más tranquilos a preguntar el precio de una de las pulseras. Me piden 200 $N pero la consigo por 50$N. Quiero hacerles fotos, y me parece justo comprar algo a cambio de ellas.
Error de principiante no haber preguntado primero por las fotos.
Compro la pulsera y cuando pido hacer fotos me dicen que una. Que pague 100$N más si quiero más fotos. Discuto un poco y al final acceden a más de una foto. De hecho se van animando ellos solos y poniendo delante de la cámara.
Mientras hago fotos, varios de los niños pequeños que hay por allí se ponen a llorar desconsoladamente mientras llaman a su madre. "Mamáaaa, mamáaaa!".
Me giro y acerco a mi compi, que me indica que acaba de llegar un coche y está metiendo a mujeres himba dentro.
Todo es confuso. El resto de mujeres siguen detrás de sus puestos. Una me pide algo de comida. Me parece bien y me acerco al coche a por unas galletas (María Fontaneda) que tengo en la mochila.
Hago más fotos, incluso alguna disimuladamente al coche que se lleva a varias mujeres.
Para a nuestro lado otro coche de turistas.
Todo esto me parece muy raro, me suena a explotación. Estos himbas no tenían que estar aquí sino 500km más al norte.
Me pongo un poco triste al saber que inconscientemente acabo de colaborar en un circo de humanos. Lo malo del turismo y la globalización, enfrente de mis narices.
No hemos estado ni 10 minutos, pero nos marchamos intentando digerir lo que acaba de pasar.
White Lady
Esta vez son 90 km (hora y cuarto) lo que nos separa de Madisa Camp, nuestro camping en Twyfelfontein, a una hora de las visitas de Twyfelfontein. Si son las 15 y cierran a las 17... ¿creéis que llegaremos a tiempo de ver algo?
Obviamente no, y lo sabemos.
Así que decidimos hacer así de gratis 40 minutos (20 de ida y 20 de vuelta) hasta las oficinas de donde salen los tours para ver a la White Lady, una de las pinturas rupestres más famosas de Namibia.
Llegamos a las 15:45 y en el parking nos indican que cierran a las 16. Pero que ya han cerrado. No es eso lo que nos disuade de nuestro intento de verlo, sino que se tardan 3 horas en ir y volver.
Así que ponemos rumbo a Madisa Camp, un camping que merece un apartado para él solo.
Madisa Camp
Aparcamos en un lugar que creemos que es recepción y atravesamos una empalizada tras la cual se oculta una piscina de agua verdosa y mohosa (en la que un par de alemanes refrescan sus pies) y un bar que hace las veces de recepción.Allí, un joven rubio que luego nos enteramos que duerme en la tienda de campaña que está montada al lado, nos atiende y nos indica que nuestro campamento es el número 5, y que hay luz de siete a diez.
Volvemos a la caravana y seguimos el mapa (al que gracias a dios he hecho una foto) hasta nuestro campsite. Que cuando llegamos... ¡está rodeado de vacas!
Muy rural, quizás demasiado.
Aparcamos la caravana y hoy sí, ya que hemos llegado con tiempo al camping, vamos a cenar de barbacoa. Barbacoa que no tiene parrilla....
Volvemos a montar en el coche, para ir a recepción a pedir una (demasiado lejos para ir tan cargados), y nos deja una que posiblemente tenga más años que los petroglifos que veremos mañana.
Se ha ido el sol y no hace para ducharse. Sí, tenemos ducha y baño propios... construidos en lo alto de un árbol. Que no miento, no, mirad la foto.
Ponemos a cargar la caravana y la cámara de fotos. Pero no funciona. No puede ser... ¿qué ocurrirá?
Nos damos un paseo, ahora sí, andando, hasta recepción a preguntar.
Allí me saludan un par de perros enormes, mastines de color canela. Mi mala suerte con los perros no tiene límite... pero podían haber sido monos, así que no me quejaré, visto lo visto.
En recepción nos dicen que es que hasta las siete no hay luz.
"Claro, son las 5:30 PM". "Ah! -nos dice el rubito- Es que la luz es de 7 PM a 10 PM!!".
¿Tres horas? En tres horas no cargamos ni la cámara de fotos ni la caravana... en fin.
Al menos nos vamos a hacer la barbacoa... que queda bien rica.
Madisa fue el único lugar de toda Namibia que estaba lleno de mosquitos. El lugar más interior y más árido... pues allí estaban todos.
En fin.
Al menos hoy dormiremos mucho, porque sin luz, poco podemos hacer.
4 Comentarios
Madre mía qué odisea... De la explotación de personas, mejor ni comento... Pero sí quería dejar constancia de que me imaginé que "de siete a diez" era sólo por la tarde jajajaja visto lo visto, mucho lujo me parecía que fuera a haber casi todo el día! Loca! xD
ResponderEliminarYa ves, una, que se hace ilusiones...
EliminarPues la señora del alquiler de caravanas nos repitió mil y una veces "en cuanto paréis el coche, ponéis a cargar la caravana, de continuo!!"
Así que imagínate cuando nos dijeron que sólo se podía cargar 3 horas...
Qué triste la historia de las himbas! Contraste con el final del día en el camping y sus condiciones :D
ResponderEliminarUn abrazo viajero. Salodari
Jajajaja, lo del camping la verdad que fue de risa....
EliminarGracias por pasarte a comentar!!