Tras visitar el Damara Living Museum, ponemos rumbo a Twyfelfontein, donde llegamos en apenas 5 minutos.
No me lo puedo creer, vamos a hacer dos visitas en el mismo día, yuju!
La entrada a Twyfelfontein son 100 $N por persona. La visita es guiada (no hay más opciones).
Nuestra guía es una mujer bajita llamada Sylvia y que camina en chanclas más rápido que yo en playeras, muy simpática.
No podemos decir lo mismo del resto de nuestro grupo: dos alemanes a los que sólo oímos hablar cuando la guía les pregunta por su procedencia, y dos americanos que tampoco hablan. Ni siquiera entre ellos.
El motivo de que este área se llame Twyfelfontein se debe a que aquí, antiguamente, había un manantial al cual los damara le pusieron un nombre con sonidos imposibles de pronunciar para nosotros.
Y al lado de la fuente se instaló una familia de granjeros europeos, que no sabían pronunciar ese nombre. Así que lo llamaron Twyfel, y se quedaron tan anchos.
Lógicamente Twyfelfontein no es famoso por que hubiera una fuente que ya casi no da agua, sino porque es aquí donde se han descubierto más de 2300 inscripciones y dibujos en rocas, los llamados petroglifos, de más de 3000 años de antigüedad.
Es patrimonio de la humanidad desde hace 11 años.
Durante la visita, que merece mucho la pena, podemos ver sobretodo animales, incluso un león que dicen que por tener cinco dedos puede representar la figura de un chamán.
A la hora estamos saliendo por la puerta del centro de visitantes, dirección Okaukuejo.
El camino es continuar la D2612 hasta la C39, echar gasolina en Khorixas, y seguir hasta Etosha.
Baches y arena por el camino, pero nada comparado con el tramo de Solitaire a Sesriem.
Además, unos kilómetros antes de llegar a Khorixas... no puede ser. ¡Asfalto!
Os dije que esto mejoraba.
Khorixas nos pareció un pueblo pequeño y sin ningún encanto. Echamos gasolina y compramos en el supermercado un poco de pan, matamosquitos (para fumigar la caravana y echar a tooodos los bichos que se metieron dentro en Madisa Camp) y un poco de agua.
Aunque nuestro plan era hacernos los bocadillos en la gasolinera (igual que en Solitaire), la gran cantidad de espontáneos que nos merodean nos hace pensar que quizás no es buena idea...
Es algo que me ha resultado curioso en todos los pueblos en los que hemos parado: no hay nadie por las calles; todo el mundo está en la puerta del supermercado o en la gasolinera (y ambos suelen estar cerca).
Así que decidimos continuar con la caravana y parar en algún lugar donde el arcén sea lo suficientemente ancho como para no molestar. Dicho sitio acaba siendo el camino de entrada a un hotel que parece que tiene un puñado de estrellas...
Continuamos por asfalto hasta que nos desviamos en Outjo por la C38, dirección Okaukuejo.
Aquí ya empieza a haber más tráfico (a lo mejor nos cruzamos con 7 u 8 coches que volvían de Etosha), e incluso vemos algún facoquero haciendo amagos de cruzar la carretera.
Llegamos a Anderson's Gate, nuestra puerta de acceso al parque.
Allí hay que bajar del coche y rellenar un papel con tus datos, en el que también están las normas del parque. Pero aún no hay que pagar nada.
Los trámites duran unos 10 minutos, no porque sean muchos sino porque, ya sabéis, es África: se toman su tiempo.
Ahora sí hemos llegado a Etosha, y no podíamos tener mejor recibimiento después de 4 días de tierra y carreteras bacheadas que un gran elefante africano.
Grande, ¡enorme!. En la misma carretera vimos dos coches parados, y cuando nos giramos a ver el elefante no nos lo podíamos creer.
A las 17 y poco de la tarde estamos en la recepción del camping de Okaukuejo pagando las tasas de los tres días que vamos a estar por aquí.
Nuestra parcela está separada del resto por un enorme charco, de unos 3 metros de ancho por 4 de largo.
Os parecerá una tontería, pero es nuestro primer charco con la caravana...
Aparcamos en una amplia parcela y ponemos a cargar la caravana uno de los dos enchufes que tenemos.
Esta parcela es realmente grande, caben otras 4 caravanas más, y tiene una bombilla, enchufes, una barbacoa y un árbol que no da mucha sombra.
Los baños en Okaukuejo son comunes; hay dos bloques únicamente (uno de ellos con tres duchas y tres inodoros, y supongo que el otro será igual), pero como nosotros somos de levantarnos cuando ya hay luz, y a esas horas la mayoría de grupos grandes se han ido, no sufrimos ningún problema de esperas.
También hay una pequeña sala que se usa para cocinar (aunque sólo tiene fregaderos y enchufes), y, por supuesto, la famosa charca que nos ha hecho quedarnos una noche en este campamento.
A la charca nos acercamos nada más llegar, y sólo había unas cuantas "Numida Meleagris" (helmeted guineafowl), unas aves que nosotros apodamos cariñosamente "gallinas namibias".
Hay muchos bancos alrededor del muro que la rodea, y en uno de sus extremos, unas gradas con tejadillo en las que nos sentamos como fotógrafos del National Geographic, con la cámara, el trípode y los prismáticos.
Un par de chicas creo que alemanas, sin ningún tipo de tecnología adicional, de repente dicen "look there!! something is moving!".
Yo alucino, ni Legolas tiene tanta agudeza visual... pero miro con la cámara y, ¡es cierto!. Se aproxima un rinoceronte por la derecha.
Intento hacer fotos, pero mi cámara sólo capta esto.
No se oye nada, excepto el chocar de las piedras que mueve el pesado rinoceronte al caminar.
Al rato las chicas vuelven a ver algo al fondo. Les cedo los prismáticos, porque claramente ellas tienen más posibilidades de encontrar animales que yo.
Y así es. Vienen otro rinoceronte con una cría... ¡guau!
Fijándome en ellos me doy cuenta de que no son iguales. No. Uno tiene los dos cuernos largos mientras que otro sólo tiene uno de ellos largo y el otro más pequeño (a la cría no se le distingue). ¿Puede ser que estemos viendo un rinoceronte blanco y otro negro?
¿Puede ser que después de 4 días por Namibia, algo nos esté saliendo bien?
Lo comento con estas dos chicas y me confirman que sí. ¡Un rinoceronte de cada especie!
Pero este documental que estamos viendo no termina aquí, no... en algún momento, el rinoceronte solitario se acerca a la madre con la cría, y esta le ¿ruge? (¿cómo se llama al sonido que hacen los rinocerontes?) y amaga con atacarle. ¡Está protegiendo a su cría!
Qué increíble.
Seguimos sentados un rato más, hasta que ya decidimos marcharnos a dormir.
Si Etosha es lo que ha prometido hoy... ¡menudos días nos esperan!
No me lo puedo creer, vamos a hacer dos visitas en el mismo día, yuju!
Twyfelfontein
La entrada a Twyfelfontein son 100 $N por persona. La visita es guiada (no hay más opciones).
Nuestra guía es una mujer bajita llamada Sylvia y que camina en chanclas más rápido que yo en playeras, muy simpática.
No podemos decir lo mismo del resto de nuestro grupo: dos alemanes a los que sólo oímos hablar cuando la guía les pregunta por su procedencia, y dos americanos que tampoco hablan. Ni siquiera entre ellos.
El motivo de que este área se llame Twyfelfontein se debe a que aquí, antiguamente, había un manantial al cual los damara le pusieron un nombre con sonidos imposibles de pronunciar para nosotros.
Y al lado de la fuente se instaló una familia de granjeros europeos, que no sabían pronunciar ese nombre. Así que lo llamaron Twyfel, y se quedaron tan anchos.
Lógicamente Twyfelfontein no es famoso por que hubiera una fuente que ya casi no da agua, sino porque es aquí donde se han descubierto más de 2300 inscripciones y dibujos en rocas, los llamados petroglifos, de más de 3000 años de antigüedad.
Es patrimonio de la humanidad desde hace 11 años.
Durante la visita, que merece mucho la pena, podemos ver sobretodo animales, incluso un león que dicen que por tener cinco dedos puede representar la figura de un chamán.
A la hora estamos saliendo por la puerta del centro de visitantes, dirección Okaukuejo.
Khorixas
El camino es continuar la D2612 hasta la C39, echar gasolina en Khorixas, y seguir hasta Etosha.
Baches y arena por el camino, pero nada comparado con el tramo de Solitaire a Sesriem.
Además, unos kilómetros antes de llegar a Khorixas... no puede ser. ¡Asfalto!
Os dije que esto mejoraba.
Khorixas nos pareció un pueblo pequeño y sin ningún encanto. Echamos gasolina y compramos en el supermercado un poco de pan, matamosquitos (para fumigar la caravana y echar a tooodos los bichos que se metieron dentro en Madisa Camp) y un poco de agua.
Aunque nuestro plan era hacernos los bocadillos en la gasolinera (igual que en Solitaire), la gran cantidad de espontáneos que nos merodean nos hace pensar que quizás no es buena idea...
Es algo que me ha resultado curioso en todos los pueblos en los que hemos parado: no hay nadie por las calles; todo el mundo está en la puerta del supermercado o en la gasolinera (y ambos suelen estar cerca).
Así que decidimos continuar con la caravana y parar en algún lugar donde el arcén sea lo suficientemente ancho como para no molestar. Dicho sitio acaba siendo el camino de entrada a un hotel que parece que tiene un puñado de estrellas...
Continuamos por asfalto hasta que nos desviamos en Outjo por la C38, dirección Okaukuejo.
Aquí ya empieza a haber más tráfico (a lo mejor nos cruzamos con 7 u 8 coches que volvían de Etosha), e incluso vemos algún facoquero haciendo amagos de cruzar la carretera.
Entrando en Etosha por Okaukuejo
Llegamos a Anderson's Gate, nuestra puerta de acceso al parque.
Allí hay que bajar del coche y rellenar un papel con tus datos, en el que también están las normas del parque. Pero aún no hay que pagar nada.
Los trámites duran unos 10 minutos, no porque sean muchos sino porque, ya sabéis, es África: se toman su tiempo.
Ahora sí hemos llegado a Etosha, y no podíamos tener mejor recibimiento después de 4 días de tierra y carreteras bacheadas que un gran elefante africano.
Grande, ¡enorme!. En la misma carretera vimos dos coches parados, y cuando nos giramos a ver el elefante no nos lo podíamos creer.
A las 17 y poco de la tarde estamos en la recepción del camping de Okaukuejo pagando las tasas de los tres días que vamos a estar por aquí.
Nuestra parcela está separada del resto por un enorme charco, de unos 3 metros de ancho por 4 de largo.
Os parecerá una tontería, pero es nuestro primer charco con la caravana...
Aparcamos en una amplia parcela y ponemos a cargar la caravana uno de los dos enchufes que tenemos.
Esta parcela es realmente grande, caben otras 4 caravanas más, y tiene una bombilla, enchufes, una barbacoa y un árbol que no da mucha sombra.
Los baños en Okaukuejo son comunes; hay dos bloques únicamente (uno de ellos con tres duchas y tres inodoros, y supongo que el otro será igual), pero como nosotros somos de levantarnos cuando ya hay luz, y a esas horas la mayoría de grupos grandes se han ido, no sufrimos ningún problema de esperas.
También hay una pequeña sala que se usa para cocinar (aunque sólo tiene fregaderos y enchufes), y, por supuesto, la famosa charca que nos ha hecho quedarnos una noche en este campamento.
A la charca nos acercamos nada más llegar, y sólo había unas cuantas "Numida Meleagris" (helmeted guineafowl), unas aves que nosotros apodamos cariñosamente "gallinas namibias".
Cenamos pronto para ir al anochecer a la charca.
La charca de Okaukuejo
Hay muchos bancos alrededor del muro que la rodea, y en uno de sus extremos, unas gradas con tejadillo en las que nos sentamos como fotógrafos del National Geographic, con la cámara, el trípode y los prismáticos.
Un par de chicas creo que alemanas, sin ningún tipo de tecnología adicional, de repente dicen "look there!! something is moving!".
Yo alucino, ni Legolas tiene tanta agudeza visual... pero miro con la cámara y, ¡es cierto!. Se aproxima un rinoceronte por la derecha.
Intento hacer fotos, pero mi cámara sólo capta esto.
No se oye nada, excepto el chocar de las piedras que mueve el pesado rinoceronte al caminar.
Al rato las chicas vuelven a ver algo al fondo. Les cedo los prismáticos, porque claramente ellas tienen más posibilidades de encontrar animales que yo.
Y así es. Vienen otro rinoceronte con una cría... ¡guau!
Fijándome en ellos me doy cuenta de que no son iguales. No. Uno tiene los dos cuernos largos mientras que otro sólo tiene uno de ellos largo y el otro más pequeño (a la cría no se le distingue). ¿Puede ser que estemos viendo un rinoceronte blanco y otro negro?
¿Puede ser que después de 4 días por Namibia, algo nos esté saliendo bien?
Lo comento con estas dos chicas y me confirman que sí. ¡Un rinoceronte de cada especie!
Pero este documental que estamos viendo no termina aquí, no... en algún momento, el rinoceronte solitario se acerca a la madre con la cría, y esta le ¿ruge? (¿cómo se llama al sonido que hacen los rinocerontes?) y amaga con atacarle. ¡Está protegiendo a su cría!
Qué increíble.
Seguimos sentados un rato más, hasta que ya decidimos marcharnos a dormir.
Si Etosha es lo que ha prometido hoy... ¡menudos días nos esperan!
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