Todo va a llegando a su fin, en este caso, el viaje a Namibia.
Nos despertamos en Erindi, deseosos de darnos un festín en el desayuno buffet que tenemos incluido en el precio.
Somos de los primeros en llegar, porque nos toca desandar el camino por tierras embarradas (al menos anoche creemos que no llovió), parar a comprar souvenirs, y devolver antes de las 16 la caravana en Bobo Campers.
A contrarreloj, como todo en este viaje.
El desayuno de Erindi es de lo más normal: tostadas, huevos, embutido y té o café. Ni siquiera hay bollería...
Pagamos todo y volvemos a nuestra caravana, que yo al menos he echado de menos estas 24 horas (fíjate, le cogí cariño al final).
Las carreteras están mejor... la verdad que después de los últimos dos días, cualquier cosa es "mejor".
Nos han dicho que hay dos mercados de artesanía en Okahandja que están bastante bien, y que el mejor es el del final del pueblo, justo enfrente de una Shell que nos viene como anillo al dedo (recordáis que no teníamos gasolina desde Okonjima, ¿verdad?).
Aparcamos en la gasolinera, al lado de un restaurante, y cruzamos andando una amplia calle que están asfaltando. No llegamos ni por la mitad y ya nos rodean un montón de namibios al grito de "come to my shop!!! Come!!" "No! Come to mine!!".
Por dios, qué acosada me siento.
He aprendido en India un gesto que allí servía a la perfección (gesticulan muchísimo en India) y decido poner en práctica a ver si también funciona: levanto la mano y la agito en una mezcla entre espantar moscas y hacer sonar las pulseras. Es un "no" gesticulado, un "fus fus, aire". Y oye, no voy a decir que haya abierto el mar Rojo en dos, pero sirve para que no sean tan insistentes y poder abrirme camino entre ellos.
El "mercado de artesanía" de Okahandja está compuesto de unas 50 chabolas de lata, madera y telas. Si no fuera porque hay muchísimas tiendas así, y porque en la gasolinera nos confirmaron que "eso" era el mercado de artesanía, no sé si hubiera entrado.
Se me ocurre acercarme a la primera tienda a ver qué tienen, y vienen los dos dueños de la tienda y otros dos de otras tiendas a perseguirme.
Me voy sin decir ni mu. Así no me gusta comprar.
En la siguiente tienda veo que va a suceder lo mismo, así que ni entro.
Avanzo y encuentro una en la que no hay nadie. Ni dentro ni cerca. Esta sí me gusta.
Camino por el pasillo sola, intentando procesar la cantidad de diferentes objetos que tengo amontonados, con toneladas de polvo encima, delante de mi.
Al poco entra una mujer en la tienda y me dice: "Don't worry about me. They will not enter here. See what you want, and when you finish we talk".
Oh dios mio. Esta mujer acaba de ganar una cliente....
Así que miramos y miramos. Elegimos lo que queremos y cuando tenemos todo, preguntamos precios.
Son un montón de cosas... Hillary (así se llama la dueña, que estuve un rato con ella de palique, hablando de tiendas y tenderos, de Namibia, de viajes y de turistas...hasta me pidió mi email para escribirme) saca una libreta y empieza a hacer una lista con los objetos que hemos escogido.
Después me dice que va a anotar el precio de cada uno, y que luego regateamos sobre su precio.
Y así hacemos. Qué maravilla, qué tranquilidad. Quitamos un busto que costaba según ella 60 euros, y que sé que no habría pagado yo menos de 30 por él, porque lo valía y se notaba... y así vamos decidiendo cuánto cuesta cada cosa, añadimos algún otro souvenir, quitamos otros, y luego un pequeño descuento sobre el total. Nos llevamos 11 cosas por 2000 $N (145 €), entre ellos, una jirafa de 1'20 metros de alto que no sabemos si nos dejarán facturar o llevar en cabina...
En la tienda de al lado aún compro otra máscara y un par de imanes, que son carísimos, pero es lo que hay.
Cargados con dos bolsas a rebosar y una jirafa, nos montamos en la caravana y ponemos rumbo a Windhoek.
En Bobo Campers nos marcaron en un mapa dos paradas que teníamos que realizar antes de devolver la caravana: uno, una tienda para rellenar la bombona de gas. Y lo marcaron mal.
Están a las afueras de Windhoek, en un polígono en el que dimos más vueltas que un tonto para poder encontrar la tienda. De hecho incluso preguntamos dos veces, y cuando ya íbamos conduciendo haciendo ochos, lo vimos. 90$N rellenar la botella.
Segunda parada, y esta es en la que más insistieron: lavado de caravana.
Le habíamos echado unas cuantas aguas en las gasolineras en las que íbamos parando, porque estaba llenita de polvo y barro... y pensábamos que estaba medianamente limpia, pero cuando empezaron a echarle agua a presión por los bajos, caían bloques de barro tamaño ladrillo.
120$N, media hora de lavado y secado.
Y ya con todo esto hecho, y sin haber comido (porque veíamos que volvíamos a llegar tarde... pero ¿cómo puede ser esto?), ponemos rumbo a Bobo Campers.
A las 15:30 entrábamos en Bobo Campers a avisar de que habíamos llegado, pero que primero nos acercábamos al hotel (el mismo de la llegada, Transkalahari Inn) a dejar las maletas.
No nos ponen ningún problema.
Hacemos eso, y vamos a devolver la caravana. La revisan y está todo correcto. ¡¡¡Yuju!!!
Ya en nuestra habitación comemos un poco y hacemos tiempo hasta la hora de la cena, donde decido probar todos los tipos de carne que tienen, y he de decir que están deliciosos.
Al día siguiente nos llevan al aeropuerto. Al haber alquilado el vehículo en Bobo Campers, este traslado nos sale gratis (no sé por qué me da que el de ida también tenía que haberlo sido...).
Llega uno de los momentos cruciales del día: ver si la jirafa de metro veinte puede seguir con nosotros, o si tenemos que dejarla en el país.
Nos hacen ponerla al lado de un metro y, sí!!! Parece ser que hasta 1'40 o 1'50 se puede llevar en cabina, así que perfecto.
Hacemos unas últimas compras en el aeropuerto y tras superar el control de seguridad, accedemos a la única sala de salidas que tiene el aeropuerto (de la capital).
Por supuesto que ni fingers ni autobuses... subimos al avión de Qatar Airways desde la pista.
Y ponemos rumbo a.... ¿España?
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Publicando sobre Namibia los martes (¡y aún queda!) --> Namibia
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El próximo post sobre Namibia es el presupuesto. Pero puedes ir leyendo los anteriores --> ¿Cuánto cuesta viajar?
Nos despertamos en Erindi, deseosos de darnos un festín en el desayuno buffet que tenemos incluido en el precio.
Somos de los primeros en llegar, porque nos toca desandar el camino por tierras embarradas (al menos anoche creemos que no llovió), parar a comprar souvenirs, y devolver antes de las 16 la caravana en Bobo Campers.
A contrarreloj, como todo en este viaje.
El desayuno de Erindi es de lo más normal: tostadas, huevos, embutido y té o café. Ni siquiera hay bollería...
Pagamos todo y volvemos a nuestra caravana, que yo al menos he echado de menos estas 24 horas (fíjate, le cogí cariño al final).
Las carreteras están mejor... la verdad que después de los últimos dos días, cualquier cosa es "mejor".
Nos han dicho que hay dos mercados de artesanía en Okahandja que están bastante bien, y que el mejor es el del final del pueblo, justo enfrente de una Shell que nos viene como anillo al dedo (recordáis que no teníamos gasolina desde Okonjima, ¿verdad?).
Aparcamos en la gasolinera, al lado de un restaurante, y cruzamos andando una amplia calle que están asfaltando. No llegamos ni por la mitad y ya nos rodean un montón de namibios al grito de "come to my shop!!! Come!!" "No! Come to mine!!".
Por dios, qué acosada me siento.
He aprendido en India un gesto que allí servía a la perfección (gesticulan muchísimo en India) y decido poner en práctica a ver si también funciona: levanto la mano y la agito en una mezcla entre espantar moscas y hacer sonar las pulseras. Es un "no" gesticulado, un "fus fus, aire". Y oye, no voy a decir que haya abierto el mar Rojo en dos, pero sirve para que no sean tan insistentes y poder abrirme camino entre ellos.
El "mercado de artesanía" de Okahandja está compuesto de unas 50 chabolas de lata, madera y telas. Si no fuera porque hay muchísimas tiendas así, y porque en la gasolinera nos confirmaron que "eso" era el mercado de artesanía, no sé si hubiera entrado.
Se me ocurre acercarme a la primera tienda a ver qué tienen, y vienen los dos dueños de la tienda y otros dos de otras tiendas a perseguirme.
Me voy sin decir ni mu. Así no me gusta comprar.
En la siguiente tienda veo que va a suceder lo mismo, así que ni entro.
Avanzo y encuentro una en la que no hay nadie. Ni dentro ni cerca. Esta sí me gusta.
Camino por el pasillo sola, intentando procesar la cantidad de diferentes objetos que tengo amontonados, con toneladas de polvo encima, delante de mi.
Al poco entra una mujer en la tienda y me dice: "Don't worry about me. They will not enter here. See what you want, and when you finish we talk".
Oh dios mio. Esta mujer acaba de ganar una cliente....
Así que miramos y miramos. Elegimos lo que queremos y cuando tenemos todo, preguntamos precios.
Son un montón de cosas... Hillary (así se llama la dueña, que estuve un rato con ella de palique, hablando de tiendas y tenderos, de Namibia, de viajes y de turistas...hasta me pidió mi email para escribirme) saca una libreta y empieza a hacer una lista con los objetos que hemos escogido.
Después me dice que va a anotar el precio de cada uno, y que luego regateamos sobre su precio.
Y así hacemos. Qué maravilla, qué tranquilidad. Quitamos un busto que costaba según ella 60 euros, y que sé que no habría pagado yo menos de 30 por él, porque lo valía y se notaba... y así vamos decidiendo cuánto cuesta cada cosa, añadimos algún otro souvenir, quitamos otros, y luego un pequeño descuento sobre el total. Nos llevamos 11 cosas por 2000 $N (145 €), entre ellos, una jirafa de 1'20 metros de alto que no sabemos si nos dejarán facturar o llevar en cabina...
En la tienda de al lado aún compro otra máscara y un par de imanes, que son carísimos, pero es lo que hay.
Cargados con dos bolsas a rebosar y una jirafa, nos montamos en la caravana y ponemos rumbo a Windhoek.
En Bobo Campers nos marcaron en un mapa dos paradas que teníamos que realizar antes de devolver la caravana: uno, una tienda para rellenar la bombona de gas. Y lo marcaron mal.
Están a las afueras de Windhoek, en un polígono en el que dimos más vueltas que un tonto para poder encontrar la tienda. De hecho incluso preguntamos dos veces, y cuando ya íbamos conduciendo haciendo ochos, lo vimos. 90$N rellenar la botella.
Segunda parada, y esta es en la que más insistieron: lavado de caravana.
Le habíamos echado unas cuantas aguas en las gasolineras en las que íbamos parando, porque estaba llenita de polvo y barro... y pensábamos que estaba medianamente limpia, pero cuando empezaron a echarle agua a presión por los bajos, caían bloques de barro tamaño ladrillo.
120$N, media hora de lavado y secado.
Y ya con todo esto hecho, y sin haber comido (porque veíamos que volvíamos a llegar tarde... pero ¿cómo puede ser esto?), ponemos rumbo a Bobo Campers.
A las 15:30 entrábamos en Bobo Campers a avisar de que habíamos llegado, pero que primero nos acercábamos al hotel (el mismo de la llegada, Transkalahari Inn) a dejar las maletas.
No nos ponen ningún problema.
Hacemos eso, y vamos a devolver la caravana. La revisan y está todo correcto. ¡¡¡Yuju!!!
Ya en nuestra habitación comemos un poco y hacemos tiempo hasta la hora de la cena, donde decido probar todos los tipos de carne que tienen, y he de decir que están deliciosos.
Al día siguiente nos llevan al aeropuerto. Al haber alquilado el vehículo en Bobo Campers, este traslado nos sale gratis (no sé por qué me da que el de ida también tenía que haberlo sido...).
Llega uno de los momentos cruciales del día: ver si la jirafa de metro veinte puede seguir con nosotros, o si tenemos que dejarla en el país.
Nos hacen ponerla al lado de un metro y, sí!!! Parece ser que hasta 1'40 o 1'50 se puede llevar en cabina, así que perfecto.
Hacemos unas últimas compras en el aeropuerto y tras superar el control de seguridad, accedemos a la única sala de salidas que tiene el aeropuerto (de la capital).
Por supuesto que ni fingers ni autobuses... subimos al avión de Qatar Airways desde la pista.
Y ponemos rumbo a.... ¿España?
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El próximo post sobre Namibia es el presupuesto. Pero puedes ir leyendo los anteriores --> ¿Cuánto cuesta viajar?
2 Comentarios
Me sucede lo mismo cuando compro, eso de tener una sombra permanente hace que me vaya de la tienda.
ResponderEliminarEs que es un poco agobiante... yo alguna vez he jugado a serpentear por los pasillos para intentar perderles, como si fuera una espía secreta... claro que, no me entero de lo que veo y al final no compro nada, aunque paso un buen rato :D
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