Sábado, 27 de Diciembre: De camino a Bruselas
Nuestro viaje para pasar las navidades en Bélgica comienza con un considerable madrugón para poder coger el tren a las ocho menos cuarto de la mañana.
En Madrid no hace mucho frío, veremos cuando lleguemos a Bruselas.
En Madrid no hace mucho frío, veremos cuando lleguemos a Bruselas.
Ya en el aeropuerto de Madrid Barajas hacemos tiempo viendo tiendas y demás, y cuando va a
ser la hora de embarcar nos dirigimos a la puerta.
Nos asustamos un poco porque aunque todavía quedan 45 minutos para el despegue, cuando llegamos a la puerta de embarque no había ya nadie en la cola. Así que echamos a correr pero y al llegar y entregar las tarjetas de embarque nos dicen "este vuelo va hacia Málaga... su puerta de embarque es la de al lado, ¡y aún no han empezado a embarcar!"
Nos asustamos un poco porque aunque todavía quedan 45 minutos para el despegue, cuando llegamos a la puerta de embarque no había ya nadie en la cola. Así que echamos a correr pero y al llegar y entregar las tarjetas de embarque nos dicen "este vuelo va hacia Málaga... su puerta de embarque es la de al lado, ¡y aún no han empezado a embarcar!"
10 minutos después de este susto, empezamos a embarcar para
Bruselas. El avión correcto, el “Cangas de Onís” (parece que ponen nombre a los
aviones, como a los barcos). Asientos fila 22, pero separados todos. A mi me
toca en el medio (pardilla que soy) y a mi izquierda un chaval que
no conozco pero que es muy largo e invade (el pobre) mi espacio con sus
rodillas. Yo le invado el reposabrazos. Me echo un sueñín, pero aun así, el
viaje se me hace largo. Y sólo son dos horas y media.
El capitán del avión nos cuenta que en Bruselas hay
algo de agua-nieve. “Rain-snow”. Un tio muy majo y que pilota muy bien,
sobretodo el aterrizaje, que fue muy suave, y no al rebote como suele ser costumbre en Ryanair.
Efectivamente al llegar al aeropuerto vemos que está
todo con una fina capa de nieve y que si, agua-nievea en horizontal, lo cual
implica que hay viento también.
Cogemos las maletas y empezamos a caminar hacia la “exit”.
Pasarelas horizontales, escaleras mecánicas hacia abajo, escaleras mecánicas
hacia arriba, y hacia debajo de nuevo… menudo laberinto, tienen montado, no sé
quién lo habrá diseñado, pero tela…
Voy dirigiendo la comitiva y me siento como el padre de los Croods contando constantemente si el resto vienen detrás de mí. Película buenísima por cierto. Trailer aquí
Conseguimos llegar a la zona donde se coge el tren que va desde el aeropuerto de Bruselas hasta el centro de la ciudad, en el nivel -1.
Tren del aeropuerto de Bruselas al centro
El billete cuesta 8’50 a la estación Bruselas Central. La chica de ventanilla habla un inglés maravilloso. El siguiente tren (viejo reviejo de dos pisos) sale en 5 minutos del andén 3. Bajamos y subimos. En 18 minutos estamos en nuestra parada, que es la segunda del recorrido. Bajamos del tren. Caminamos hacia uno de los sentidos del andén, porque no sabemos dónde está la salida. Encontramos por fin un cartel y lo seguimos. Subimos otras escaleras mecánicas. Ni el Corte Inglés tiene tantas escaleras…
Encontramos una salida de la
estación. No sabemos dónde estamos. Nieva. Hace viento. Llevamos maletas,
mochilas, y yo el móvil con el gps intentando localizarnos. Y el paraguas. No tengo
brazos suficientes… llevo gorro así que no puedo poner la capucha, y noto cómo se está llenando de nieve. Desisto del paraguas y del gps… iremos con mapa y ya. Por
fin encontramos la calle (que estaba al lado, todo sea dicho).
Alojamiento en Bruselas
Comienza la gymkhana.
Hemos alquilado un apartamento e imprimido las instrucciones para conseguir la llave de la puerta.
No viene nadie a recibirnos, así que esta llave que tenemos que conseguir nos dicen que está en un apartamento en la acera de enfrente, en un callejón.
Tras ese callejón hay una pequeña plaza con varios portales. Pues en una de esas casas es en la que tenemos que meter un código en la puerta para poder entrar.
Una vez dentro de la casa, hay que buscar la llave en el cajón de la mesa de la entrada. Y luego regresar sobre nuestros pasos para buscar el apartamento que está en una calle a la que se accede por otro callejoncito de otra calle.
Tendremos que abrir la primera verja, abrir la puerta, subir al primer piso, y la puerta de la derecha.
No me digáis que no parece que estamos buscando un tesoro pirata...
La calle del callejón del apartamento |
Aun así creo que lo llevábamos tan sumamente estudiado que
no nos llevó ni 10 minutos hacer todo esto.
Total, a las 16 entrábamos en el apartamento (Maison de la Poupée), que,
es pequeño pero muy cuco y funcional.
Y a las 16:15 salíamos a dar una vuelta. Guantes,
capucha (dejo el gorro esta vez), paraguas, cámara y mochila.
Navidad en Bruselas
Salimos de nuestro apartamento y nos dirigimos a la Grand Place, que está a un minuto andando.
Está muy bonita, con el árbol de navidad en el medio y un belén al que
me acerco como puedo para hacer media foto.. aunque la foto me la tienen
que hacer a mí: sujetando el paraguas con una mano, para poder proteger la cámara de fotos, para la cual necesito otra mano más si quiero sacarla de la funda... y otra mano más para quitarme el guante... y otra mano más para que cuando sopla el viento, no me entren puñados de nieve en la boca.
Que, no nevaba tanto, pero mala suerte he tenido
cada vez que sacaba la cámara.
Caminamos un poco más, y entramos en una de las
chocolaterías que hay. Muy bonita, y muy cara. Seguimos caminando. En las
calles hay puestecillos de navidad. Unos de comida y otros de artesanía. Muy bonitos
la verdad, pero las condiciones climatológicas no acompañan mucho.
Entramos en la iglesia de San Nicolás. Es la primera
iglesia que veo en la que la nave principal no es un rectángulo, sino que hace
curva. Curiosa.
Seguimos caminando hacia la el edificio de la bolsa de Bruselas. Todas las calles de Bruselas están llenas de puestos de navidad.
Íbamos a haber seguido hasta el carrusel que hay, pero estábamos ya
bastante mojados… así que decidimos volver poco a poco y parar en el Carrefour Express
a hacer algo de compra para poder cenar y desayunar.
Volvemos al apartamento. Sólo hemos estado dos horas
fuera… esperamos que mañana acompañe algo más el día.
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