Viernes 10 de Agosto de 2018
Hoy el plan era estar a las 8:15 haciendo cola para entrar
al Palazzo Ducale, pero como dicen, los planes suelen salir mal. Así que no
llegamos a la puerta hasta las 8:25, y aunque abren a las 8:30, nos encontramos una cola mayor de la
esperada.
En dicha cola hay tres filas: la de la izquierda, para la gente que no
tiene aún ticket. La del medio, para los que ya tenemos (nosotros lo compramos
ayer) y la de la derecha para grupos.
La mujer de información y turismo nos
aseguró ayer al comprar los tickets que hasta las 10:30 no dejan entrar a los grupos organizados: ¡mentira! Entraron
mínimo dos grupos de asiáticos bien numerosos antes que nosotros. En total tuvimos que hacer media hora de cola.
Y lo mejor es que después del registro te “invitan” a dejar
gratuitamente las mochilas en una consigna. Yo ya lo suponía y me llevé un
bolsito pequeño dentro de la mochila para poder llevar la cartera y un par de cosas más durante la visita.
Qué es el Palazzo Ducale, o Palacio Ducal de Venecia
El Palazzo Ducale ha tenido varias funciones a lo largo de su vida: ha sido sede del gobierno, residencia de los dogos (el máximo representante de la República de Venecia), corte de justicia y además prisión de la República de Venecia.
Ha estado presente en el día a día de la vida de los venecianos desde el siglo XI más o menos, y es por su historia y arquitectura por lo que visitar el Palacio Ducal es más que recomendable.
Visitando el Palacio Ducale
El Palacio Ducale se construyó siguiendo un estilo de castillo fortificado, pero poco a poco se fue reformando hasta llegar a adquirir el aspecto actual de palacio. Así que ha acabado teniendo una mezcla de estilos góticos, bizantinos y renacentistas.
El primer sitio que se visita es una escalera dorada, que conduce a la segunda planta. Y es en esta planta donde se comienza a
visitar las salas donde vivían los dogos, salas de votaciones, etc.
Es curioso ver también la Bocca di Leone: parecen los
típicos buzones de correos, pero aquí lo que se hacía es introducir documentos en
los que se denunciaban prácticas ilegales (vamos, la versión del siglo XVI del típico acusica).
También se visita el apartamento del dux (dogo), varias salas
decoradas y que albergan cuadros de Tiziano y Tintoretto.
La armería, en el piso superior, tiene, como no podía ser de
otra manera, muchas armas y armaduras.
Llegamos por fin a algo que me habían dicho que valía mucho
la pena y me decepcionó, la visita a la prisión.
La visita a la prisión
Atravesamos el puente de los suspiros, construido en el siglo XVII, que conecta el palacio ducal con las prisiones, por encima de un pequeño canal.
El puente de los suspiros debe su nombre a que era el último lugar por el que los prisioneros podían ver la Laguna de Venecia.
Es el que ayer fotografiamos desde
fuera y hoy, estamos por dentro. Además no desesperéis: a la ida se pasa por un
lado del puente y a la vuelta es cuando desde él se divisa la Laguna de
Venecia.
En la prisión se visitan calabozos y pozos húmedos,
distribuidos en tres niveles.
No sé qué es peor: si que te encerraran en los bajos, a nivel del agua (ni pensar en Acqa Alta qué pasaría) o en el piso superior, la buhardilla, inaguantable por el calor y humedad.
Creo que ayer no lo comenté, pero los pocos baños públicos que hay en Venecia son de pago, así que antes de salir del Palacio Ducale nos acercamos al baño, donde hay cola (cómo no) pero me fijo en cómo el agua del canal entra hasta el patio.
No me cuesta absolutamente nada imaginar este lugar hace 400
años, con las góndolas llegando justo hasta estas escaleras y desembarcando los
venecianos que venían al palacio.
Finalizamos la visita fotografiando la increíble escalinata
de mármol que a la entrada sólo vimos de perfil, pero de frente es realmente
asombrosa.
Ay, Venecia, cuánto me estás gustando.
La salida del Palacio Ducale da justo al lateral de la
Basílica de San Marcos, pero esto os lo cuento ya en el siguiente post.
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