Viernes 17 de agosto de 2018
Teníamos pensado salir de Interlaken más tarde, pero al final nos
levantamos pronto y vamos andando hasta la estación de tren de Interlaken West, donde cogemos un tren
hasta Berna.
Llegaríamos a Berna sobre las 9:50, pero entre esperar en información y dejar las maletas en las taquillas (12 CHF) nos dan las 10:10. No tenemos prisa así que…
Llegaríamos a Berna sobre las 9:50, pero entre esperar en información y dejar las maletas en las taquillas (12 CHF) nos dan las 10:10. No tenemos prisa así que…
En la estación de trenes de Berna hay taquillas para dejar mochilas, maletas y lo que queráis. Son muy grandes, de hecho nosotros metimos dos maletas en la tamaño XL y aún había otro tamaño más grande. Va por tiempo y por tamaño.
Nuestra ruta por Berna
Hemos conseguido un mapa precioso con un recorrido a seguir,
autobuses gratis con la Swiss Travel Pass y un tiempo de 46 minutos para llegar
hasta la torre del reloj para ver las campanadas.
Así que empezamos a caminar, por esta ciudad de paredes verdes grisáceas Patrimonio de la Humanidad.
Comienza la visita a Berna
Las campanadas, a las 10:55, no tienen mucho interés. Son simplemente campanadas. Sin más. En el país de los relojes de cuco me esperaba algo único e inolvidable (ya veis, apenas viajo con expectativas yo).
Continuamos el camino por la calle principal mientras vamos viendo las diferentes fuentes que hay en el centro de la calle.
Ojo al cruzar a verlas, porque por la carretera transitan coches, tranvías, buses y trolebuses. Hay un amplio rango de transporte público por el que podéis ser atropellados…
En cierto momento somos infieles a la meticulosa línea azul del mapa que vamos siguiendo. No vemos ningún interés en bajar una gran cuesta,
casi hasta el río, para poder ver una iglesia… así que a partir de aquí improvisamos
y cruzamos el puente hasta la zona donde tienen a los osos símbolo de la
ciudad.
Me sorprende. Mucho. Yo siempre he tenido a Suiza como un referente en cuanto a civismo y buenas maneras. Limpieza, emisión de gases, naturaleza, gente amable. Y mira tú por dónde que aquí en Berna tienen a 3 pobre osos pardos en un foso minúsculo para atracción de los turistas (bueno, hay una historia que se supone que debe justificar el encierro de estos pobres animales, pero a mí no me convence).
El pórtico que tiene en la entrada me deja totalmente alucinada. No conocía ninguno igual, no sé qué os parecerá a vosotros…
La parte de la derecha con los demonios y demás es super creepy, no me digáis que no. |
Se puede subir al campanario no sé si por 2 o 3 euros, pero seguimos reventados de los madrugones y de las caminatas que nos estamos dando, así que desechamos la idea y continuamos hacia el final del recorrido.
Y una vez lo hemos terminado nos planteamos cómo poder ir al
mirador de la ciudad sin tener que subir cuestas. Claramente la respuesta
vuelve a ser el transporte público. Así que tomamos un bus a Rosengarten, es
decir, el mirador, que nos ahorra una buena subida hasta el punto de vista
panorámico de Berna.
Y volvemos a bajar en bus.
Y volvemos a bajar en bus.
Como auténticos señores, ¿eh? Casi casi podría titularlo “visita Berna en tres horas sin subir ni cuestas ni escaleras”.
Imposible perderse con las pantallas de los buses avisándote de las paradas |
Recogemos las maletas y preguntamos (por cabezonería mía, porque realmente en Lucerna ya me habían dado todos los horarios de los trenes para mi recorrido) por el siguiente tren hacia Vevey.
Tren a Vevey y paseo por la ciudad
No hemos salido de Berna casi y empieza a llover. En
Friburgo, donde cambiamos de tren, diluvia escandalosamente. Una buena excusa
para no visitarla (teníamos dudas, pero al final quedó descartado).
Llegamos a Vevey y arrastramos las maletas hasta el hotel, que está justo en la plaza del ayuntamiento. El hotel no tiene mucho, el baño es de los años 70 mínimo, y no tiene aire acondicionado (que se echa de menos). Pero bueno.
Suiza está siendo así. Echo de menos mis hoteles de Bangkok, tan baratos y tan buenos…
El día está cubierto, así que decidimos descansar un poco y luego ir a visitar la ciudad de Vevey. La primera parada es la oficina de información y turismo, donde conseguimos un plano de Vevey, otro de Montreux, información para nuestro día de mañana, horarios de los barcos y horarios de trenes.
En Vevey visitamos el museo de la alimentación (que abrió Nestlé cuando se mudó a otra fábrica más lejos del pueblo), el tenedor gigante y la estatua de Chaplin.
El Museo de la Alimentación no tiene absolutamente ningún interés. Pero entra gratis en la Swiss Travel Pass y… algo tenemos que hacer para matar el tiempo (sí, ya sé que la respuesta es “descansar”, pero es que parece que me olvido de esa palabra en cuanto subo a un avión).
El tenedor gigante y la estatua de Chaplin se encuentran justo enfrente del museo, y… da para dos fotos y ya.
Así que resignados y cansados, pasamos por el Coop a por algo de cena y volvemos al hotel ahora sí a descansar.
2 Comentarios
Me he sentido TOTALMENTE identificado con lo de "sí, ya sé que la respuesta es “descansar”, pero es que parece que me olvido de esa palabra en cuanto subo a un avión" jajajaja!!!
ResponderEliminarOye, boquiabierto y ojiplático me he quedado con el tenedor... ^^U
Jajajajaja, pues me consuela saber que no soy la única a la que le pasa eso...!!
EliminarLo del tenedor es... en fin. Un tenedor. Cosas suizas raras...